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Goya 2009: Análisis post-resaca


Que no, hombre, que no. Que pasan los años y no aprendéis. Una gala de premios no puede ser ese ejercicio esperpéntico, patético, pantagruélico y surrealista que vimos –o más bien vieron, los que aguantaron- hace un par de días en televisión. Los Oscar triunfan porque son premios llenos de buen rollo, positivos, que tardan meses en prepararse y que intentan sorprender al espectador en cada momento para que no se duerma. Lo de los Goya parecía más una gala montada en un par de minutos con los amiguetes del barrio, esos tan ingeniosos que hacen chistes tan graciosos. Algo malo pasa con tu super-gala-del-cine-español-de-la-hostia cuando Nacho Vigalondo tiene que explicar dónde está el chiste en la tarjetita que acaba de leer o cuando Joaquín Reyes vestido de Mr. Fantástico arranca más carcajadas que los supuestos gags de Carmen Machi y Benicio del Toro. Entendería que Machi se pasara al drama después de verlos: Los aficionados al humor lloramos como nunca.

Sobre el tema discursos, mejor ni hablar. Todos sabemos lo que tocaba, y no crean que los directores, actores y compañía se iban a callar las cosas: Todo va muy mal, la gente piratea mucho y no tiene nada que ver con que hagamos malas películas o que el carisma de los actores españoles hoy por hoy esté en zona glacial. Uy, qué va. Si la gente prefiere ver a Will Smith antes que a Diego Luna es porque son unos antipatriotas, no porque el cine americano levante, en general, más expectación que el español. Por supuesto, la culpa tampoco es de que las entradas estén cada vez más altas y de que los cines de las ciudades cierren para que se abran multicines de tropecientas salas y media en las afueras a los que da pereza ir. No, claro que no. La culpa es TUYA, -¡oh, sagaz espectador!- que prefieres bajarte las películas españolas en vez de ir a verlas al cine. Y si no es verdad, no importa. ¿O es que quieres dejar sin trabajo a gente como Agustín Díaz-Yanes?

 

Joaquín Reyes estuvo “fantástico”. Eh, no me miren así, la Cinemanía pone pies de foto aún más obvios.

Sinceramente, me jugaría un brazo a que el 98% de los piratillas informáticos no se han bajado una película española en la vida. Como mucho, Torrente 3. No veo a nadie nervioso porque Tiro en la cabeza y Los girasoles ciegos ya están al 99% en su cola del eMule. Ojalá fuera así, porque al menos el cine español despertaría un cierto interés en el gran público, significaría que alguien ha realizado un intento por hacer algo diferente a lo que estamos acostumbrados (consistente en: a) Película sobre el despertar adolescente en plena guerra civil y/o mediados del franquismo y b) Comedia romántica sin pretensiones ni interés alguno en la que Guillermo Toledo hace un papel que no se cree ni él) y quizá existieran directores que no se echaran atrás a la hora de llevar sus guiones a una productora por miedo al rechazo. Igual así, los cuatro retrasados de siempre dejarían de llamarles “titiriteros” y todo (por cierto, esa gente parece no darse cuenta que tras los cuatro “titiriteros” delante de las cámaras hay decenas de miles de personas cuyo bocata de choped diario depende de que la gente vaya o no a ver la película de turno o de que el gobierno destine dinero al arte o no).

Pero las nominaciones de este año ya fueron un fracaso, así que, sinceramente, ¿qué podíamos esperar de los premios? Vale, sí, hubo sorpresas y dentro de lo malo se premió la calidad (¿Cómo nos sentiríamos con un palmarés en el que estuvieran medianías como Solo quiero caminar o Los crímenes de Oxford en la parte de arriba?). Camino arrasó en todo lo que TENÍA que arrasar (película, director, actriz, actriz revelación –esta gala sin Nerea Camacho hubiera sido, directamente, un tongo absoluto-, guión original) e incluso en lo que no tenía por qué pero tampoco estuvo de más (actor secundario para un Jordi Dauder que, si bien no molestaba, tampoco destacaba en el filme tanto como Mariano Venancio. No, nunca les perdonaré) y el resto de los filmes se repartieron las migajas. Me parece justo en unas nominaciones en las que sobraba cine –supuestamente- serio por los cuatro costados y faltaba algo de irresponsabilidad.

Dos momentos de la gala: Nerea Camacho demostrando el futuro que le queda por delante y el Goya roto. Menuda metáfora tuvimos ahí, amigos.

3 días se llevó el único Goya por el que competía, Mejor sonido, gracias al cual todos sus defensores subimos la cabeza bien alto, creyendo que el premio, en realidad, era un reconocimiento a la película y no a la labor de sonido que no era especialmente encomiable. Por su parte, Los crímenes de Oxford se llevó un Goya merecido (Roque Baños, sin duda el músico cinematográfico español más conocido del mundo) y otros dos dudosos: Montaje (¿es que solo yo vi que fue una de las grandes taras del filme, eliminando cualquier resquicio de emoción?) y diseño de producción (el típico Goya que se da sin saber muy bien por qué). Por su parte, El truco del manco, que ha pasado sin pena ni gloria por las carteleras españolas, hizo pleno. Tres de tres. Mientras que El Langui, cantante de La excepción y discapacitado (¡Fíjense cómo aplaudían todos! ¡Qué tolerantes!) se llevó el Goya a mejor actor revelación –gracias a dios, el inútil de Alvaro Cervantes se quedó sin su Goya, al igual que El juego del ahorcado en sí- y canción original –que, personalmente, me parece excretable, pero estamos en España-, Santiago A. Zannou se llevó el Goya a director novel en un momento que a muchos nos hizo reír más que toda la gala en sí.

Pobre Vigalondo. Ni corto, ni director, ni nada. De verdad, lo de este pobre señor con los Goya empieza a oler muy fuerte y muy mal. ¿Realmente no se merecía Los cronocrímenes ningún premio o es que consideran que el remake ya es suficiente premio de por sí? Si es así, tenemos una vergüenza de Academia de Cine, tan cerrada de miras que no saben ver el nivelazo que tienen delante de sus narices. Finalmente, los Goya que todos nos esperábamos salieron a la luz en momentos tan previsibles como poco emocionantes (de hecho, estoy seguro de que muchos periódicos ya tenían preparado el titular “Penélope gana el Goya y ahora va a por el Oscar” semanas antes de la gala en sí). Ya saben: La sosainas de Pé llevándose otro inmerecido premio, Benicio del Toro sin saber muy bien qué hace llevándose un premio dedicado a un actor español, Rafael Azcona y su premio póstumo por Los girasoles ciegos (si no hubiera sido así, yo mismo hubiera ido a la Academia con una antorcha llena de dignidad y respeto y hubiera sido feliz viendo arder al personal) y un par de premios técnicos a Mortadelo y Filemón 2 (dios sabe por qué, si hasta eso era malo), Solo quiero caminar (por aparentar y como consolación) y uno para El greco (que ni se ha estrenado en cines, me parece, pero en fin. Así semos en el cine español).

Total, una gala que ya habíamos olvidado antes de haber empezado. Para el recuerdo, los cuatro deliciosos sketches de Muchachada Nuí, que vinieron a demostrar la tesis contraria a la que intentaron meternos a la fuerza este año: La innovación, la originalidad, el saber hacer y la seriedad por hacer un buen trabajo no están reñidos con los premios ni con el público. Si el cine español arriesgara un poquito, quizá el año que viene podamos levantar la cabeza sonrientes y decir “Sí, por fin lo hemos logrado”. Hasta entonces, el cine español seguirá siendo un feudo de quejicas, desconocedores de las nuevas fórmulas para vender, anclados en las historias de la posguerra y llorones sin causas perdidas.

Por mucha Carmen Machi que intente salvar la papeleta.


Nominaciones de los Goya 2009: ¡El humor y la risión! (y 2)


¿Qué tal el turrón? ¿Y los mazapanes? Sobre los polvorones mejor ni hablar, que se te quedan en la garganta y se pegan al paladar. Dan poca sensación de gustico. Igual que los Goya. ¿Se acuerdan que estábamos hablando de ellos cuando nos tomamos unas merecidas vacaciones para estar con familia y amigos? ¿Preparados para cientos de referencias más a Nacho Vigalondo y sus secuaces, poniendo a parir a los tipos que están en la cima? ¿Sí? Pues echemos un vistazo al resto de nominaciones que nos quedaban, porque algunas son de triple órdago. Si es que existe algo así.

Mejor actor secundario: Que, en España, para desmarcarnos de esos sucios yanquis, hemos dado en llamar “mejor interpretación masculina de reparto”. Que se note que somos diferentes. Oh, yeah. Aquí, donde también podría haber estado el enorme Mariano Venancio (no me cansaré de recomendar su actuación de Camino, punto álgido de su carrera y del cine español de este año) o el mediocre Javier Bardem (aunque él me parezca un soso a las cuatro y en Vicky Cristina Barcelona no haga nada del otro mundo, es superior a la mitad de los nominados), han preferido nominar a Jordi Dauder por Camino (nominar a este perfecto desconocido cuya actuación nadie destacó y no nominar a Venancio es un acto que sólo me explico habiendo elegido a los actores al buen tuntún), Fernando Tejero por Fuera de carta (donde hace de divertido estereotipo andaluz. Sin duda, se merece un Goya por esto), José Angel Egido por Los girasoles ciegos (había que poner a alguien de la película en cuestión, más que nada por rellenar hueco y no pensar) y José María Yazpik por Sólo quiero caminar (lo que dijimos de Diego Luna el otro día, se puede aplicar aquí). Incomprensible y bochornoso.

Sólo quiero caminar

Mejor actriz secundaria: Supongo que no hay que quejarse. Que son grandes profesionales y hay que reconocérselo. Pero no nominar a Manuela Vellés (la hermana de Camino) tiene delito, más aun cuando las nominadas son Elvira Mínguez por Cobardes (curiosamente, el papel menos emocionante de la película. ¿Dónde ha quedado el protagonista, o su antagonista? ¿Dónde Paz Padilla, le pese a quien le pese? ¿Dónde el padre malvado? ¿Por qué no se ha nominado más en el plano interpretativo a una película sustentada en…el plano interpretativo?), Rosana Pastor por La conjura del Escorial (que no discutiré por no haber visto la conjura en sí, igual que toda España), Tina Sáinz por Sangre de mayo (“¡Eh, que Garci ha estrenado peli nueva!”-“¿Y qué tal?”-“Es un truño”-“Pero es colega. Coge siete nominaciones al azar y ponlas por ahí”-“¡Me encantan los Goya!”) y Penélope Cruz por Vicky Cristina Barcelona (totalmente de acuerdo. El papel de loca que se cree artista y sale con Javier Bardem aunque a todos les extrañe le pega como anillo al dedo. Sin coñas).

Mejores efectos especiales: Se nota que en España aun no tenemos mucha idea de lo que son los efectos especiales. Los académicos se deben creer que son los títulos de crédito o algo así, porque si no, no se entiende. Sí, vale, han nominado a Camino (¡como para no! La escena en la que un agujero gigante se abre en mitad del mar es lo más espectacular visto en el cine español jamás) y a Mortadelo y Filemón 2 (por muchas dudas que tenga sobre si merece estar no ahí, sino en algún sitio que no sea una gran hoguera), pero por dios. Que las otras dos nominadas son Sólo quiero caminar (Hay disparos, tiros y cosas que hacen pum, luego seguro que merece estar ahí. Por qué no) y, atención, Sangre de mayo (lo nuevo de Garci, ahí, partiendo la pana en efectos especiales. Tiembla, WETA, tiembla). Sólo quiero decir una cosa: En 3 días, un meteorito gigante acababa con toda vida humana. ¿Lo vuelvo a repetir? UN PUTO METEORITO GIGANTE. Y se veía. Y era un efecto especial más que solvente. Que no esté nominada significa, o bien que los académicos no se han visto la película, o es que el amiguismo les tira hasta para las cosas más absurdas.

“¿Qué tiene Garci que no tenga yo, aparte de calva?”

Mejor película europea: Cada vez, esto de lo europeo se hace más raro. Lo que debería ser una película francesa, una italiana, una de Oliveira y otra del Reino Unido, se ha transformado en “mejor película que nos salga de los testículos y que tenga un uno por ciento de capital de algún país de la Unión Europea, por muy remoto y escondido que este sea”. Así, este año están nominadas la soporífera 4 meses, 3 semanas y 2 días (que encantó a los críticos, supongo, por los cinco minutos enfocando a unos pies en primer plano y en total silencio), Al otro lado (una alemana, vale), El niño con el pijama de rayas (que sí, que será del Reino Unido, pero parece más americana que otra cosa), y atención, prepárense, cójanse bien en donde estén apoyados. La cuarta nominada de los Goya este año para mejor película EUROPEA es… ¡¡EL CABALLERO OSCURO!! ¿Pero qué demonios…? O EEUU ha pasado a usar el euro como moneda comunitaria, o es que Nolan era portugués y no lo sabíamos, pero esto no tiene ni pies ni cabeza. ¡El caballero oscuro, por el amor de dios! ¡Batman! En fin. Y encima, como no se lo den siendo de calle la mejor de las cuatro, todos señalaremos a la Academia y nos reiremos de ellos haciendo pedorretas. Otra vez.

En fin. Para qué decirles más, se hacen una idea del despropósito de este año. 15 nominaciones a Los girasoles ciegos (más que ninguna otra película española antes. ¿Le convierte esto en la mejor película del cine español? Permítanme que discrepe), 11 a Sólo quiero caminar (Hola, me llamo Agustín Díaz-Yanes y hago bazofia con un bonito envoltorio. ¿Me dan once nominaciones? ¿No? Va, que soy colega), 7 a Camino (obviándose las más importantes…aunque por suerte hayan nominado a Nerea Camacho y no se la han dejado en el tintero, que sería ya para asesinar a la Academia en pleno) y 6 a Los crímenes de Oxford (la peor película de Alex de la Iglesia, nominada, precisamente, a lo peor que tenía: Película, director -¡ese travelling!-, guión adaptado –espero que el libro fuera mejor, porque si no, no se explica-, música –esta sí, vale. Roque es grande-, dirección de producción –ese Goya que nadie sabe muy bien qué es- y montaje –por la bochornosa escena del tejado, supongo-) hacen que esta edición de los Goya haya sido un paso de gigante hacia atrás. Los nuevos valores han quedado en una esquina, tirados. Nacho Vigalondo se ha llevado una puñetera nominación después de ganar premios y premios, después de que su película haya sido comprada para un remake. Cobardes, la emocionante cinta de Corbacho y Cruz, se ha conformado con una nominación a la mejor actriz secundaria (¿Y el actor revelación? ¿Y Padilla? ¿Y guión original? ¿Y dirección? ¿Qué ha ocurrido con Cobardes?). 3 días una a mejor sonido (precisamente algo en lo que la película andaba coja), aunque por lo visto su director, antes de las nominaciones, tenía mucha ilusión y creía que iba a ser nominado a mejor película. Pobre iluso.

¿Los cronocrímenes de Oxford? Pero si es una puta mierda, que ni se entiende ni nada.

Luego se extrañan de que los nuevos talentos del cine español cojan la maleta y se vayan a EEUU a hacer sus películas, de que los actores emigren lo antes que pueden. Es normal. Con el nulo reconocimiento que se da en España a las obras originales que pueden suponer un antes y un después, el paso obvio es marcharse a un lugar donde realmente acojan con los brazos abiertos a los nuevos directores con capacidad para contar historias, marchándose de un sitio donde sólo ganan premios “los de siempre”. Garci, Yanes, Almodóvar, Amenábar, De la Iglesia y, por bien que me caiga, Fesser. Y, para colmo, tienen las narices de nominar a Vicky Cristina Barcelona, como diciendo “fuera sí que se hace buen cine. Aprended, directores noveles”. Yo, si fuera Vigalondo o Gutiérrez, mi próxima película la iba a hacer en España Rita Irasema. Y más aun cuando, en el caso de uno, los Coen se lo están rifando, y en el caso del otro, los americanos se han fijado en su película. Sin problemas para financiarla, sin problemas para distribuirla (Los cronocrímenes se distribuyó cuando se anunció el remake americano. Tan triste como suena), sin tener que aguantar la tiranía de los Goya. ¿Recordamos de nuevo el caso de 7:35 de la mañana? Jamás se ha visto mayor desfachatez y tirria por un director en la historia de los Goya.

Ya sabéis, directores del mañana: Poneos las pilas. Empezad a lamer traseros, a seguir a los grandes nominadores, sed hijos de alguien que es hijo de alguien, convertiros en Agustín Díaz-Yanes. Es la única opción de que os reconozcan en unos premios que, espero, se llamen “Premios Colega” en la edición de 2010. Y en cuanto a los actores, tened suerte en la Ruleta de la Fortuna, versión Goyas. O sea, te puede tocar a ti, actor que hace la actuación más emocionante de año… ¡o al secundario sin importancia que tienes al lado! ¿No estáis emocionados? Ah, ¿que no? Vaya por dios. Por lo menos, Jaime Rosales no ha tenido oportunidad este año de salir victorioso con su polivisión.

Al final, lo de siempre, seguro: Una gala en la que todos lloran por el cine español y apenas se hacen bromas (¿Bromas en España? ¿A costa de las películas? ¿Donde crees que estamos, en EEUU?), 10% de audiencia y la conclusión de que a la gente no le gusta el cine español, ay, qué pena. El año que viene innovaremos menos aún, a ver si así pillamos a las nuevas generaciones. Qué triste, señores. Qué triste.

Hablamos de la gala en el 2009. Mientras, mañana empezamos un repaso a lo mejor y lo peor que nos ha dado este 2008 en cuanto a cine se refiere, claro está. O sea, una lista de las mejores y las peores películas… que hayamos visto. Tampoco nos pidan mucho más. Y, justo después, un recopilatorio de lo que nos espera en este año entrante, que no es poco… ni demasiado bueno.


Nominaciones de los Goya 2009: ¡El humor y la risión! (1)


¡Ya llegó la Navidad! Y con ella, los polvorones, los atrasos al escribir artículos para Cine Online (uno no puede estar ya con su familia ni nada, snif), el turrón duro, el blando y el que gusta a todos, los mazapanes, las películas navideñas altamente hostiables (“¡Papá, mamá, gracias a Santa Claus he comprendido el verdadero sentido de la Navidad!”) y los cines abarrotados de gente deseosa de reírse de la crisis con unas buenas palomitas XXL y tanta Coca-Cola que podría hacer que Lenin resucitara y bailara un Kasachov. Pero, ¿es todo bondad, buen rollo y Cortylandia en las navidades de 2008? ¡No! ¡Un grupo de encapuchados, conocidos como “Los Académicos de La Academia” se han dedicado a aguar las Navidades a todo cinéfilo que se precie! Y es que, amigos y amigas, han llegado los Goya. Y ha sido para quedarse. Por lo menos hasta que se repartan en la gala –aburridísima, como todos los años desde que se marchó Rosa María Sardá- y luego se olviden. Como todos los malditos años. No conozco unos premios que indignen más y se recuerden menos. Hoy, sí, vamos a hablar de las nominaciones de los Goya. Que ya iba siendo hora.

Cierto, el mismo día que salieron podría haber escrito airadamente cagándome en los putos muertos de los académicos, pero uno no es así. Tampoco es tema, que con la sangre caliente se dicen cosas de las que te puede arrepentir. Ahora, varios días después, puedo mirar desde la distancia las nominaciones y cagarme a gusto en los putos muertos de los académicos. Pero con sangre fría, premeditación y alevosía. Y es que este año no ha sido un mal año para el cine español. Hemos tenido un par de óperas primas interesantes, como Los cronocrímenes y 3 días, y buenos filmes como No me pidas que te bese porque te besaré o Cobardes. Por supuesto, la Academia ha cogido todas las propuestas novedosas e interesantes, ha hecho una divertida bolita de papel y la ha tirado a la papelera más cercana.

Ni en las tiendas de decoración más horteras venden algo tan feo

Los cronocrímenes, una nominación (tampoco es de extrañar: Hay manía contra Nacho Vigalondo, que ni siquiera ganará el goya a director novel. Casi debería dar gracias por estar nominado vaya, que ya es más de lo que consiguió su corto 7:35 de la mañana), 3 días, otra (a mejor… ¡sonido! No importa que haya un meteorito gigantesco a punto de aplastar el planeta, uno de los mejores efectos especiales jamás vistos en el cine español. Sin duda, lo que destaca de 3 días es su sonido y no los efectos o la portentosa dirección novel), No me pidas que te bese…, cero (como debe ser. Como todos sabemos, Los girasoles ciegos se merece quince y esta cero) y Cobardes, una (y además, inmerecida). La Academia, en vez de premiar a las propuestas novedosas y valientes, han mirado a lo viejo, ajado, típico y tópico, aburrido y prescindible. En vez de mirar hacia Nacho Vigalondo, han mirado hacia Agustín Díaz-Yanes. En vez de mirar al meteorito, han mirado a Oxford. En vez de mirar al futuro, se han anclado en los noventa. Luego se quejarán de que los nuevos valores se marchan a Hollywood a probar suerte. Pero veamos una por una las categorías más importantes.

Mejor película: Este es el mayor despropósito que he visto en años. Si alguien me dijera que sólo una de las cuatro películas iba a merecer estar ahí, no me lo creería, pero es así. En primer lugar, tenemos Camino. No hay ningún problema con la nominación, es una gran película con una actriz principal bestial y unas actuaciones –Mariano Venancio a la cabeza- no de Goya: de Oscar. El tema que trata está bien tratado y es muy correcta en cuanto a dirección. Vale. Ahora empieza el despiporre. En segundo lugar, tenemos a Alex de la Iglesia con sus Crímenes de Oxford, su peor película de calle con planos tan vergonzantes como el travelling que no viene a cuento de nada o la escena del tejado –sin más comentarios, vaya-. Historia tópica, mal dirigida y sin aliciente alguno. Por si fuera poco, la mano del director apenas se deja intuir en un par de escenas cogidas con pinzas. Si la Academia cree que merece estar ahí, será por algo. Supongo. No se por qué, eso sí. ¿Será por su trailer a lo Código Da Vinci? En tercer lugar, Los girasoles ciegos. Y es que no podía faltar la película de turno sobre la posguerra, tan correcta como olvidable, de no ser porque se han sacado de la manga 15 nominaciones que le quedan, a todas luces, enormemente mal. Sí, vale, es el guión póstumo de Rafael Azcona, pero ¿realmente esas 15 nominaciones eran necesarias para hacerle justicia? Si gana, será un premio al continuismo y un aliciente para que se sigan produciendo aburridas historias de posguerra. Ni que la gente no estuviera aburrida de ellas, oigan. En cuarto y último lugar, Sólo quiero caminar, de Agustín Díaz-Yanes. Sintiéndolo mucho, de este señor me desapunté después de su catastrófico Alatriste. Dicen que Sólo quiero caminar es, si cabe, aun más mediocre, por lo que se entiende que esté ahí por la misma razón por la que estuvo Sin noticias de Dios: Debe hacer unas mamad paellas fabulosas a los miembros de la Academia. O sea, los cuatro nominados han sido los de todos los años: La polémica, la comercial, la de la guerra civil/posguerra y la de Agustín Díaz-Yanes. Por qué cambiar. Ah, por supuesto, los nominados a mejor director son los respectivos de mejor película. Para qué vamos a nominar alguna película de un novel, si no tienen ni idea de coger una MiniDV.

Y yo huir. Muy lejos.

Mejor dirección novel: ¿Qué? ¿Que Francisco Javier Gutiérrez ha dirigido una película tan original –y algo fallida, para que negarlo- como 3 días? ¿Que era su primer filme y parecía propia de un veterano? ¿Que si la hubiera dirigido Alex de la Iglesia se les haría a todos el culo Pepsicola? Pues hala, si es tan bueno, ¿qué pinta en los Goya? Este razonamiento es el único que se me ocurre para dejar fuera al director de la genial 3 días fuera de la carrera por la dirección novel. Vaya, por lo menos su película se ha estrenado. Pero no, claro que no. Es mucho más normal darle una nominación a El truco del manco, que debe estar cogiendo polvo en algún almacén, y a Un novio para Yasmina, que está nominada por eso de no parecer racistas. Una película sobre marroquís. Hostia, tú, rebajémonos. La competición real, por suerte, está entre Belén Macías, que ha realizado El patio de mi cárcel (una historia de mujeres, feminista, a la que sólo le falta estar patrocinada por el ministerio de –ejem- Igualdad, en plena época de lo políticamente correcto. ¿Alguien duda quién va a ser la vencedora?) y Nacho Vigalondo, autor de la infravalorada y brutal Los cronocrímenes (ganadora de varios premios internacionales, con un presupuesto ínfimo, original, aire fresco…¿Alguien duda quién va a ser la vencedora?). Desde aquí, todos los ánimos para Nacho. Que piense que por lo menos, los cócteles de después son gratuitos.

Mejor actor: Atención, que empieza el humor. Pero humor del de descojonarse, mandíbula fuera y muerte por carcajada. Porque el primer actor ESPAÑOL nominado en esta categoría es…atención…¡Benicio Del Toro! ¡Bravo! Ya puestos, podían haber puesto a Elijah Wood por Los crímenes de Oxford o, sin cortarse un pelo, John Malkovich por El intercambio. A estas alturas, lo que menos importa es que las nominaciones tengan algún sentido. Es que Benicio Del Toro. Es para enmarcarlo y aplaudirlo. Un tío al que le cuesta hablar español, nominado a mejor actor por hacer de Che Guevara en una película dirigida por Steven Sodderbergh y guionizada por Peter Buchman. Eh, la música la hacía un español de pura cepa. Ahí está la conexión. Madre mía. Además, están nominados Javier Cámara (¿por Los girasoles ciegos? ¡No! ¡Por la mediocre y mil veces olvidada Fuera de carta! ¡Toma ya!), Raúl Arévalo (por Los girasoles ciegos, esta vez sí) y Diego Luna (por Solo quiero caminar. Qué buen actor es Diego Luna. Casi tan bueno como Sergio Peris-Mencheta o los protagonistas de Física o química. Casi.). Paso de comentar que Mariano Venancio no está en la lista y es el mejor papel que nadie ha hecho este año (ese padre amantísimo es, sin duda, el gran personaje en el cine español de 2008). Para qué, si no podemos poner cordura en unas nominaciones que cogen a Benicio Del Toro y le ponen como actor español. Madre mía. Que locurón, que diría Borja Pérez.

¡Flipa, flipa! ¡Que me han nominado a mejor actor por una peli que no he hecho! Verás cuando se lo cuente al josebas…

Mejor actriz: No, aquí no está nominada Scarlett Johansson por Vicky Cristina Barcelona (¿creéis que es un caso muy diferente al de Del Toro? Porque sería igual), sino cuatro actrices españolas de pura cepa. Podemos tener nuestras diferencias pero, en general, no tengo demasiada queja aquí. Carmen Elías por Camino, un gran papel aunque peor que el de Venancio, el vencedor moral, Verónica Echegui por El patio de mi cárcel (también fue nominada por Yo soy la Juani. No se puede decir que de mucha credibilidad a los Goya), Maribel Verdú por Los girasoles ciegos (Verdú tiene un pase VIP. Película que hace, aunque sea un cagarro, película en la que está nominada. Así da gusto, teniendo colegas dentro de la Academia) y Ariadna Gil por Sólo quiero caminar (lo de siempre: Hay que nominar a Yanes a todas las categorías posibles. Si hemos nominado a Diego Luna, ¿cómo no vamos a nominar a Ariadna Gil?). No problemo.

Mañana pegamos un repaso rápido al resto de nominaciones, nos reímos de los efectos especiales y del mejor montaje, nos partimos a costa de El caballero oscuro, hacemos nuestra quiniela, damos unas conclusiones finales y dejamos de hablar de los Goya hasta que llegue la gala. Manda cojones, oigan. Manda cojones.